viernes, 2 de diciembre de 2011

¿Quién teme a una Ama?

"Muchos, se dirá. Nadie, dirán otros. Sólo algunos pero ¿quiénes?. Una vez mi Señora dijo durante una cena que, en el mundo vainilla, La habían acusado de ser demasiado mujer. Qué quiera decir exactamente eso de ser “demasiada mujer” no está en absoluto claro... pero creo que alguna idea tengo.

Hace pocos días me enteré de que a una buena amiga le habían dado su segundo plantón en el mismo fin de semana. Poco simpático, y también poco casual cuando le sucede con cierta frecuencia. Si no fuera por esto (la frecuencia), parecería del todo accidental. Pero no lo es: los plantones a Amas son bastante frecuentes, como si en el último momento les entrara miedo. Pero si los sumisos tienen miedo de las Amas, ¿de qué es?

Se puede tener miedo a muchas cosas. El miedo, según la Rae, es la “perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. Es decir, por la percepción de un daño real, previsible o imaginario. ¿Pero de qué tipo de daño tienen miedo los sumisos?

Como decía, parece que existen varios tipos de miedos. Si se trata de alguien que no conoce el mundillo, las fuentes de miedo pueden ser infinitas... tantas como prácticas. Yo mismo reconozco tenerle miedo a algunas, pero no creo que sea una cosa esencialmente negativa. De hecho, el miedo responde al instinto de supervivencia más primario que nos avisa cuando nuestra integridad está en peligro. Pero, en este mundo, ese tipo de miedo se pasa tan pronto como se tienen ciertas experiencias... que no voy a relatar. Se trata en realidad del más inofensivo de los miedos porque no genera ninguna barrera que impida al sujeto hacer lo que quiere. Cada cual llega hasta donde llega, pero este miedo no impide no ir a ningún lado (a menos que se le tenga miedo absolutamente a todo, lo que no es muy frecuente).

Existe un segundo tipo de miedo a las Amas, o a este mundillo, un poco más complicado. Se le puede llamar miedo social, pero no se trata de miedo a ingresar en una sociedad secreta o en una secta, aunque algunas veces este mundillo se parezca un poco. Se trata del miedo al resto de la sociedad, a esa pequeña parte del mundo que desconoce completamente qué es este mundillo: la cajera del supermercado, el amigo de familia, el compañero de trabajo, etc. Este tipo de miedo tiene sus grados, pero puede llegar a alcanzar cotas inimaginables. Hasta el punto de evitar encontrarse por la calle con alguien del mundillo aunque se esté solo, como si ambos llevaran la letra escarlata en el pecho.

Pero donde genera más problemas este miedo es precisamente a la hora de “tomar un café”. Se trata de un miedo similar al que tiene quien engaña a su pareja pero es infinitamente mayor, como si por el hecho de enmarcarse en una relación D/s uno se convirtiera en completamente transparente, como si todo el mundo supiera qué tipo de relación existe entre dos personas completamente anónimas tomando un café. Y tengo la sensación de que es ésta la gran fuente de plantones.

El tercer tipo de miedo es precisamente el de la secta. Como es bien sabido, cuando alguien emprende una relación de este tipo se convierte en un zombie sin voluntad... y a nadie le gusta caminar tan lento como lo hacen los zombies... Fuera de chistes, este miedo atenaza sobre todo a las personas que se acercan por primera vez a este mundillo, que piensan que ciertos ambientes de este mundillo implican directamente la deshumanización. No niego que puedan existir ambientes de este tipo, pero no creo que sean la mayoría sino una franca minoría. Este es el miedo que sufren muchos de quienes mantienen este mundillo dentro de la pantalla del ordenador. Desde luego, también los que dan plantones pueden tener este miedo, pero quienes dan plantones ya se han pensado seriamente superar las barreras del ordenador, cosa que quienes sufren esta variante ni siquiera imaginan.

Más complicado es el cuarto tipo de miedo. Complicado y molesto porque presupone importantes expectativas. Es el miedo no a convertirse en un zombie pero sí a dejar de ser autónomos. La autonomía, la capacidad de decidir qué quiere hacer uno y bajo qué reglas en todo momento, es un bien de los más preciados, y todos nos cuidamos mucho de perderla. Para poder decir que es un miedo y no simplemente una precaución de lo más racional, supongo que me toca decir que en una relación D/s la parte sumisa no pierde autonomía. También podría intentar defender la cuadratura del círculo pero no me parece el caso. Pero vayamos por partes porque de este tipo diferencio dos subtipos.

En primer lugar, está el temporal: no se tiene miedo de una relación D/s siempre que esté delimitada a cuatro paredes y a horarios estrictos. Como quien dice, de 3 a 5, pero ni se te ocurra saludarme efusivamente por la calle (mezcla con los miedos segundo y tercero) ni, por supuesto, se te pase por la cabeza que tienes algún poder sobre mí a las 5:01.

En segundo lugar, el relacional: se tiene directamente miedo a que una persona pueda pretender mantener una relación en el que la D/s sea una componente seria. Aquí no estoy hablando del 24/7 – nunca he tenido muy claro en qué consiste exactamente – sino en que se construya una relación de pareja a partir de la D/s.

La primera variante crea un cierto sentido de instrumentalidad entre las partes: en el mejor de los casos, cada una de las partes encuentra un medio en la otra para satisfacer necesidades y/o instintos. El problema viene cuando solo una de las partes ve así la relación, y la otra tiene expectativas más altas. Y es que también para l@s Dominantes es fácil sentirse, sencillamente, utilizado. En este sentido, es como el de los amantes que simplemente quedan para hacer un poco de ejercicio.

La segunda variante es un poquito peor porque no es un problema de límites temporales, sino de otro tipo. Es el miedo a entrar en una relación que puede ser exigente. Que es, seguro, exigente. Trataré de explicarme. La gente asume en ocasiones compromisos que tienen una cierta exigencia: por ejemplo, tienen hijos. Y tener hijos, al menos en la mayoría de los casos, implica haber asumido que la vida de uno va a cambiar, y que va a perder autonomía. Al menos durante los primeros meses, uno sabe que va a dormir poco, que se acabó lo de ir al cine y que va a estar permanentemente pendiente de las necesidades biológicas de otro. Y eso es solo los primeros meses. Bueno, esta última variante de miedo es parecida a la de quien no desea tener hijos por todo lo que ello comporta: aunque tal vez se encontrara en una relación D/s, no quiere las consecuencias de una relación D/s.

Pero, ¿es posible una relación D/s sin las consecuencias de una relación D/s? Por supuesto, todo depende de qué entendamos por D/s. Creo, sin embargo, que la mejor manera de entender la D/s es la que supone una implicación total por parte de ambas partes. Sencillamente porque en otro caso tiene muy poca gracia: si alguien quiere meter una parte de sí entre cuatro paredes y que salga solo en esos momentos me parece bien, pero creo que se pierde algo de este mundillo. Así que si quieres una relación de este tipo te comprometes con ciertas consecuencias.

¿Merece la pena? Pregunta mal formulada: si la pregunta es ésta, entonces se ha entendido poco porque ella misma presupone ya un intercambio, como si se entrara en este tipo de relación para entregar algo a cambio de otro algo. Toda relación está basada en la reciprocidad pero en una relación D/s la cosa cobra tintes un poco particulares.

Primero porque la parte sumisa entrega algo o todo a una persona a cambio de su felicidad. Pero dicha felicidad no está en lo que se devuelve, sino en el entregarlo todo. Claro, la persona Dominante que recibe tiene que ser capaz de apreciar ese todo y no puede mantener a la otra persona en la miseria pero la parte sumisa encuentra el disfrute precisamente en esa entrega. Lo que no significa dejar de ser una persona sino en darse a otra persona: pensar en agradarla, cuidarla, desearla, y que a uno se le ponga una sonrisa cuando su Dómina se siente feliz.

Segundo porque la parte Dominante encuentra su felicidad precisamente en que alguien se le entregue, que deposite toda su confianza en ella, pero no porque esto implique una relación de intercambio. Dicho de manera muy anti-D/s: el sumiso no se convierte en un instrumento del Dominante sino que el disfrute se encuentra en que alguien sienta el deseo de convertirse en un instrumento con tal de agradar a su Dominante.

¿Asustados? Pensar en supeditar el propio placer de una persona al Suyo precisamente porque ver su sonrisa nos produce un inmenso placer supongo que puede asustar al más pintado. No es algo que uno pueda querer: es solo algo que uno puede sentir. ¿O no?"

machiavelli {AmAly}


Un análisis muy interesante de los miedos que se pueden sentir siendo sumiso, y me gustaría hacer un inciso sobre las causas por las que creo que alguien puede dar plantón a una Ama por un simple café.

Existe una causa que creo más primaria aun que todas las expuestas, y es el miedo a ser lo que se es, es decir: asumir que se es sumiso. En una sociedad en la que se potencia la competitividad, la ley del más fuerte, sobresalir en el entorno social, ser quien manda en definitiva, puede dificultar a la persona sumisa el aceptar que esas “cualidades” no se le puedan aplicar, muy al contrario, suelen ser actitudes que les incomoda. Eso no quiere decir que las personas sumisas no puedan tener éxito o destacar, ser asertivas o incluso liderar, pero que su naturaleza afectiva no se corresponde con ese patrón. Un porcentaje elevado de plantones a esos cafés los atribuyo a este miedo, a que es un paso real hacia admitir lo que realmente se es.

Otro porcentaje lo atribuyo a que existe un grado de impaciencia elevado entre los sumisos que aun no han tenido una experiencia real, y están deseando saber qué se siente (en el mejor de los casos), o llevar a la realidad sus fantasías (en la mayoría de los casos). Y es que al principio, cuando uno se acerca a la D/s lo hace desde sus deseos, y no es hasta que ha vivido una relación D/s que no puede empezar a darse cuenta de que es algo más que satisfacer o ser satisfecho. Estoy convencida de que en el último momento muchos prefieren quedarse en el marco seguro de sus fantasías, donde las Dóminas que imaginan se comportan tal y como esperan que lo hagan.

Además tenemos los casos de los que viven el BDSM con total discreción por sus circunstancias personales, es decir, que si van a un café más o menos céntrico se exponen a ser vistos con alguien que, a todas luces, parece que tenga un cartel de neón en la frente anunciando su condición de Dómina, lo que les pondría en un verdadero compromiso caso de ser reconocidos por alguien. Dicen las leyendas urbanas que hubo un caso una vez en el que una Dómina se presentó vestida de cuero, con botas altas y supongo que llevando un potro a cuestas para dar una buena primera impresión.

A partir de este punto pueden haber muy variadas razones para los plantones, como el caso de un individuo que se dedica como diversión máxima a quedar con las Dóminas y plantarlas, para después volver a ir detrás de ellas y volver a conseguir quedar... la verdad es que hay morbos que no me caben en la cabeza, y el de este individuo aumenta cuantas más veces consigue engañar a la incauta (esto es un caso real, no es una leyenda urbana, patético pero es así).

Después están los que buscan el “café sustituto”, o sea, los que quedan para un café pero en realidad lo que quieren es llevarte a la sesión después (es que lo de llevar al huerto no se aplica demasiado en este mundillo, como mucho llevar al potro...). En estos casos, el café se convierte en una pesadilla intentando convencerte de lo bien que lo vas a pasar jugando sin compromiso, simplemente porque ya que habeis quedado pues porqué no aprovechar ¿no?. Este sería un caso más del “yo sumiso, tú Ama, pos ya ta todo dicho”.

Por supuesto que al final de la lista quedarían los que realmente tienen una razón congruente y válida para no poder acudir, pero en la mayoría de los casos, nos encontramos con personajes que suelen tener varios padres, madres, abuelos y abuelas que repentinamente se encuentran mal, o atascos y obras en lugares muy convenientes, o en una era como la actual, en la que las comunicaciones son posibles casi hasta por telepatía, pues quedarse sin batería, sin móvil, sin agenda, sin tarjeta SIM y yo diría que hasta sin memoria.

Mi consejo es que, antes de quedar para un café, hablemos mucho con la otra persona, que aunque no sea garantía de nada, ya es un qué, y que si aún después de tantos plantones aún nos atrevemos a quedar, que llevemos un plan B siempre en la manga, como irnos de rebajas, a visitar a una amiga o a visitar alguna exposición, que el tiempo es oro y hay que aprovecharlo.


6 comentarios:

  1. La verdad es que escribe usted bien,con fundamento y con conocimiento...

    Sobre los miedos puede que me sienta reflejado en alguno o varios de los apartados y además empiezo a estar convencido que cuando se ven ciertos blogs-no lo digo por este-,y ciertas fotos,más se puede incrementar ese pavor (sobre todo si se ve sangre)

    En lo único que no me veo reflejado es en lo de quedar con una Ama a tomar un café y no aparecer.

    Yo por quedar entiendo fijar dia,hora y lugar en plan serio,y desde luego,por mi parte,eso va a misa.

    Y eso con cualquiera con quien me comprometa,no necesariamente con una Ama.

    ResponderEliminar
  2. Un miedo que no nombra directamente es el que tenemos a lo desconocido. No solamente al hecho de ser un Am@ quien vamos a ver por primera vez, me refiero más bien a la persona.
    Más en el caso de una relación D/s donde sabemos que hay que tener mucha confianza en la otra parte y si no estamos totalmente seguros nos echa para atrás en el último momento. Es un poco como ver una película de terror, todos sabemos que es ficción que no pasa nada, pero cuando realmente nos metemos en el cine y nos dan el susto gritamos y nos entra el "canguelo".

    Por eso me parece tan acertado su consejo, antes de quedar ni siquiera a un café es bueno hablar mucho con la otra parte.

    ResponderEliminar
  3. Es muy fácil idealizar a las mujeres que nos son atractivas, y fruto de esa idealizaciíón podemos verlas como seres de otro planeta y cohibirnos, pero hay que considerar que al fin de cuenta son tan sólo personas como todo el mundo, con sus fortalezas y vulnerabilidades, no diosas del Olimpo (luego si te da morbo verlas como diosas pues muy bien). Y dicho de paso no esta bonito dar plantón a nadie.

    ResponderEliminar
  4. espartaco, a eso se le llama tener educación y principios, un mínimo de respeto hacia la otra persona, y si el rato no es agradable, con cordialidad se puede uno despedir después del café.

    lg4321, así es, el miedo a lo desconocido está muy presente, sobretodo cuando se actúa con precipitación y sin un contacto previo continuado, aunque sea por teléfono, correo o chat.

    chatman, menos mal que podemos bajarnos del pedestal un ratito, no veas cuanto cansa estar de pie en un espacio de medio metro por medio metro....

    ResponderEliminar
  5. Hola, primero de todo felicitarla por su entrada, me ha parecido magnífica. En mi opinión, creo que el pasar de una pantalla del ordenador a algo mas real puede dar vértigo, pero es algo que si la persona, en este caso el sumiso, siente que lo es y sabe lo que quiere, tiene que dar ese paso, pasar de la teoría a la práctica, pero también saber muy bien con quien se queda.
    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mi me parece que ese es el comentario de alguien que ya ha pensado en los pros y los contras de un encuentro en real y que ha perdido, en parte, el miedo a quedar con alguien. Me gustaría saber si tue experiencia ha sido buena ;).

      Eliminar

Se agradecen los comentarios