No me resulta sencillo definir el concepto de Dominación, igual que no lo es definir el concepto de sumisión, pero a veces, quitando la paja se llega al grano, y sabiendo lo que no es, puede que me acerque a lo que sí es. Empiezo pues con las definiciones "oficiales":
dominante
1. adj. [Persona] que ejerce poder sobre alguien o algo
2. Que sobresale o prevalece sobre el resto
dominación
1. f. Control que se tiene sobre un territorio
Si tuviéramos como referencia otras épocas en las que se ejercía el poder mediante la fuerza, el concepto de Dominación se podría asimilar al de conquista, en sus acepciones más agresivas, mientras que, aplicado a las relaciones humanas, esa misma conquista muestra su lado más seductor, ganándose así la voluntad y el afecto de la otra persona.
Conseguir que esa otra persona ceda su voluntad de forma natural, requiere de un cierto grado de seducción, es cierto, que no tiene nada que ver con la deshonestidad, los engaños o las falsas ilusiones. Aquel que no es capaz de atraer con su propia personalidad está tomando prestado algo que no le pertenece, y por lo tanto, esa voluntad que le ha sido entregada no se la merece.
Dominación implica cierto grado de control también, bastante elevado. Control que no significa coerción, ni acoso, ni abuso, ni anulación de la personalidad de la otra persona. Implica más bien un auto-control, un conocimiento elevado de lo que se maneja, una capacidad de decisión (que no consiste en estar decidiendo constantemente por la otra persona), una capacidad de visión global de la situación, de conservar lo que se aprecia (no por la fuerza, sino por el convencimiento), y de conservar la calma con sentido común. No consiste en vigilar lo que el otro hace o deja de hacer, perseguirle para saber donde va y qué hace, espiar su correo y su teléfono, restringir su contacto con los demás, u obligarle a hacer lo que nosotros queramos. Cualquier conducta que se consigue como evitación de un castigo al final resulta en rebeldía, ya que no se sustenta en la confianza, sinó en lo contrario, incluso cuando la motivación sea corregir un mal hábito existente.
Por lo tanto, otros dos elementos que se incluyen en la Dominación son la comprensión y la comunicación. Comprensión como capacidad de entender las motivaciones, las ilusiones, los puntos fuertes y los puntos débiles de la otra persona, y también de nosotros mismos, enriqueciéndose de esta manera la relación. Y comunicación de nuestros deseos, de nuestra visión, de nuestras opiniones, sin convertirlo en un discurso electoralista, ni en una retahila de sentencias a acatar, ni en un mecanismo de engrandecer nuestro ego a costa de la aceptación obligada por parte de la otra persona. La comunicación es una vía de doble sentido, y de esa forma resulta útil.
Y por supuesto la Dominación dentro de nuestro contexto no es una forma de conseguir sexo fácil, ni de volcar nuestras frustraciones, ni de mostrar abiertamente nuestra intolerancia ni nuestra prepotencia al amparo del silencio exigido. No se trata de imponer nuestro criterio como sea, ni de olvidarnos de unas sencillas pautas de educación y respeto, ni de proclamar a quien quiera escucharnos que somos los mejores.
La Dominación implica una cierta dosis de humildad, de saber que nunca es suficiente lo que sabemos, que el respeto es la base y no se gana por la fuerza, sinó con confianza, dándole al otro el espacio para ser quien quiere ser, incluso si quiere ser un felpudo a nuestros pies. Valorar esa devoción, esa atención, a esa persona que se pone a nuestro servicio para nuestra mayor felicidad (y por lo tanto la suya también, no seamos incautos al pensar que uno se entrega sin más a cambio de nada, eso no sería realista). Implicarnos en su evolución personal tanto o más que en la nuestra propia, obteniendo y dando lo mejor que podamos a cada instante.
Dominación, en resumen, es plantar una semilla en un terreno fértil, regarla, cuidarla, y verla florecer, recibiendo al final su fruto, saboreando cada minuto del proceso.